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Germán Rojas

¿Con los precios a las patadas?

Recesión con inflación: México 2022


Por Germán Rojas

Aunque no nos gusten, las palabras tienen un significado. A veces son dulces o amarillas, como mango y otras amargas y agrías, como limón.

En macroeconomía recesión e inflación, son espeluznantes y obscuras. Se refieren a tiempos en donde viviremos desasosiego, temor e incertidumbre.

La recesión

En la literatura de los ciclos económicos nos hemos acostumbrado a nombrar sus fases para saber con más exactitud el momento que vivimos. Por ejemplo, a la parte más alta le llamamos auge o pico y a la más baja, valle. Cuando la tasa de crecimiento del PIB está aumentando, decimos que estamos en expansión. Por el contrario, cuando la tasa de crecimiento se está reduciendo, decimos que estamos en contracción. Cuando la tasa de crecimiento es negativa, decimos que somos más pobres que antes. Cuando observamos 2 periodos consecutivos de tasa de crecimiento negativa, decimos que estamos en recesión.

Es el poder de las palabras. De esta forma México está en recesión, ya que llevamos 2 trimestres consecutivos con tasas de crecimiento negativas. No importa el tamaño, simplemente con que sea negativa, ya estamos en una recesión. Podemos agregar argumentos a nuestra discusión para disminuir o ampliar el significado de la palabra recesión: tamaño, duración y extensión, pero la palabra ya apareció.

El NBER, la academia, organismos internacionales, instituciones públicas, los medios han matizado el concepto de muchas formas. Pero siempre aparece en los labios cuando observamos 2 periodos consecutivos con tasa de crecimiento negativa. Quizá es negativa, pero no tanto: -0.4% en el tercer trimestre del 2021 y -0.1% en el cuarto trimestre de 2021; es que quizá no dure tanto, pero esto no lo sabemos todavía; es que es negativa en el sector servicios, pero en el agropecuario es positiva, sí, pero la riqueza del sector agropecuario es muy pequeña en México. También podemos hablar de que el empleo se está recuperando. Pero no quiere decir que los empleados ganen más, quizá simplemente trabajan más. O que hay menos desigualdad o menos pobreza, sí, pero como país estamos en una recesión.

La inflación

El deterioro del poder adquisitivo se mide con la inflación. Entre más alta, menos bienes puede comprar nuestro dinero. Los de mi generación, que vivimos inflaciones anuales de más del 100% (sí, una botella de agua que valía 10 pesos hace un año, valiese ahora 20 es una inflación del 100%) nos dolía como una patada en la espinilla. Pero una inflación del 7% sigue doliendo, porque nadie regala 7 pesos al año por cada 100.

De la inflación nos defendemos evitando los bienes que aumentaron más, pero primero los tenemos que encontrar si es que los hay (la gasolina, energía, medicinas casi no tienen sustitutos). Y si los encontramos, seguro que por algo no los consumíamos antes. Es decir, o nos gustaban tanto o son de por calidad. Además, como la inflación es un mal generalizado, seguro que esos sustitutos también aumentaron de precio.

Escuchamos expertos afirmando que los pobres son los que más sufren la inflación. Sí, es que ya casi no tienen sustitutos. Solo se pueden defender si fabrican sus propios bienes de consumo, pero esos tiempos de autosuficiencia ya pasaron. Los ricos se pueden defender si logran que el dinero genere intereses y aunque lo pelean, muchas veces solo son parcialmente exitosos. Sin embargo, la nula inclusión financiera de los pobres, los hace totalmente vulnerables a la inflación. Como duele la patada en la espinilla.

La inflación es como un virus: es muy malo enfermarse, pero es peor si se contagia a los demás. Cuando la inflación aparece y no se puede controlar rápidamente, todos los que pueden tratan de defenderse pidiendo aumentos de precio y pidiendo más salario. Esto contamina el ambiente y entramos en defendernos de una patada dando una patada. La inflación termina como una batalla campal: todos descalabrados.

En México el Banco Central ha tratado de mantener la inflación en 3% (más menos un punto) desde finales del siglo pasado. No siempre lo ha conseguido, pero al menos se tenía la sensación de que eran patadas ocasionales. Como si una mamá evitará que el hijo golpeado contestará la patada regañando al travieso. Seguro que ya alguien pensará por qué tiene que aguantar patadas del 3%. ¡Duelen! La excusa es que el umbral del dolor y su medición no son tan exactos. ¿Pero patadas del 7%? ¿Sin saber cuándo van a parar? ¿Sin saber por qué están ocurriendo? Ta estamos en plena batalla campal.

La única buena noticia es que al menos el Banco Central ya empezó a repartir coscorrones.

Desempleo

Lo único peor que no tener amor en febrero es no tener empleo. Las palabras desempleo o paro espantan a todo mundo. Da igual si hay recesión o inflación, tener trabajo te da algo de optimismo, pero estando desempleado no hay manera de salvarse. No hay ingresos y en un país como México no hay seguro de desempleo ni ningún tipo de seguridad social que te defienda.

De acuerdo al INEGI la tasa de desempleo en México fue de 3.5%. Esta tasa se calcula respecto a aquellas personas mayores de 15 años que está trabajando o que están sin trabajo, pero buscándolo activamente.


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