Guillermo Saldaña Caballero
Cuando ya no me veas, me podrás recordar a través de lo que he escrito. Ahí estaré y me podrás visitar.
Cuando llegué el día de partir, si desaparezco de tus recuerdos, no te entristezcas, permaneceré a tu lado con estas humildes líneas que si las lees se refugiarán suavemente en tu memoria; como la brisa matutina que llega a noches insomnes.
No esperes a que desaparezca de este mundo para decirme todo lo que sientes; o para señalar todos mis defectos, mis fallas, mis ausencias y hasta mis limitaciones. Te ruego que encuentres el momento y el lugar para decirlo; no te guardes nada y menos te lamentes por no haberlo hecho.
Cuando parta para siempre, ten la certeza que al momento de recordarme podrás sentirme sin verme.
No me busques en tus lágrimas, yo prefiero estar en tu sonrisa para aumentar tus alegrías. ¡Nada mejor que el optimismo!
Búscame en el viento, también estaré en cada amanecer. Recuérdame en tus éxitos; de no ser así, quiero que mi memoria sea el refugio de tus tropiezos.
Te quiero libre como libre va a ser mi alma. ¡Qué mi recuerdo sea las alas de tu libertad!
Si aparezco en tus sueños cuéntame tus preocupaciones; aun en el infinito estaré siempre pendiente de ti.
No sabemos el momento, menos la hora y el lugar. Todos iniciaremos este viaje misterioso; por eso, atrévete a no guardar nada.
Haz que cada instante de la ruta a la que llamamos vida sea único y especial. Hoy estamos, mañana quien sabe.
Recuerda que sólo el olvido mata. Somos peregrinos en la tierra, mas no en el universo.
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