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Notas, notitas y nototas

Público·5 Comentaristas



Alejandrina Barajas Ramos, autora de esta opinión, es investigadora del Centro de Investigación Económica del Noroeste (CIEN) en CETYS Universidad. Tiene un punto. Primero por hacer una pregunta correcta y legítima. Es difícil entender que en un país como México, después de dos siglos de independencia, una revolución, gobiernos emanados de ese movimiento social y generaciones de "reformas estructurales", la pobreza siga siendo un tema urgente y prioritario. La sospecha de que hay alguien que se beneficia con este estado de las cosas es casi inevitable. Más bien sorprende que no se plantee la pregunta con más fuerza.


La respuesta que ensaya Alejandrina también es válida. Sin embargo quizás merezca más análisis, reflexión, documentación y discusión. Por lo menos un punto. La personalidad de "monopolios" y "grupos políticos" es demasiado impersonal e insuficiente para inspirar acciones. Ojalá Alejandrina y otros nutriéramos más esta discusión.


Quizás lo que impide a Alejandrina ser más precisa y puntual nos afecta a muchos en la "comentocracia". Quizás simplemente es que nos falta realmente trabajar y profundizar en esta línea de investigación. Más o menos al mismo nivel de ambigüedad y distancia, me gustaría proponer otro elemento que puede complementar el enfoque de Alejandrina. Me refiero a que como mecanismo que mantiene nuestro subdesarrollo puede ser que hayamos logrado hacer adictos a la pobreza a grupos amplios de mexicanos. Personas y familias que encuentran "cómodo" ser pobres. De ser así, tendríamos una relación perfecta, pero perversa: grupos sociales que se benefician del subdesarrollo. Unos porque mantienen privilegios y otros porque se han hecho adictos a las "ventajas" de calificar como pobres.

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