Sin PIB potencial conocido... ¿Mejor atender la felicidad?
La pandemia del covid-19 está siendo un choque a la economía del mundo y ciertamente de México, de proporciones astronómicas. Debemos considerar que su efecto será estructural. Para ponerlo en forma breve. Si el crecimiento potencial de nuestra producción oscilaba alrededor de 4% (según lo que hace un tiempo vi la última vez), en el mundo post-covid seguramente será otro valor. Ahí ya tenemos un reto para los analistas económicos: estimar el nuevo crecimiento potencial de la economía mexicana. Con la agravante de que la tendencia histórica seguramente ha perdido relevancia como determinante de ese potencial. Algo que también aplica prácticamente a todas las variables que usamos cotidianamente los economistas.
Se me ocurren más fácilmente razones para suponer que el crecimiento potencial de nuestra economía empeorará. Considero que ahora tendremos más elementos de fricción en la actividad económica. Por ejemplo, medidas sanitarias más estrictas con sus costos, disminución de las concentraciones humanas en centros de producción, comerciales y de esparcimiento e incluso cambios significativos en las preferencias de los consumidores.
Un efecto en el otro sentido nos obliga a pensar en que ahora con lo aprendido en la cuarentena, podemos organizarnos mejor, al grado de que somos más productivos. Quizás algo así pueda pasar en las actividades formalizadas. Pero difícilmente en la economía informal (aunque esta se refleja poco en el PIB). Las actividades primarias también se antojan rezagadas en cuanto a los beneficios de la tecnología digital y la automatización (¿granjas, cultivos, minas controlados por internet?).
Y así llegamos a otra paradoja de la época que vivimos. Sin un PIB potencial actualizado, muy poco podremos afirmar sobre nuestro éxito relativo en la dimensión económica. No sabremos si el desempeño del país se parece o no a lo que potencialmente podemos rendir. Incluso, será difícil comparar los resultados económicos de la 4a transformación con el pasado "neoliberalismo corrupto y conservador". A lo mejor el presidente tiene razón y mejor olvidemos el PIB y prestemos atención a la felicidad.
De acuerdo con la economista Nora Lustig, se está hablando ante la crisis de COVID de una "crisis económica inducida", que es atípica en relación a las crisis económicas del sistema capitalista, y que finalmente resultó sobrepuesta con la recesión económica mundial que se vislumbraba desde hace dos años en el mundo y por ende en México, recordando los conceptos de desarrollo y crecimiento es bueno reflexionar que el desarrollo implica un crecimiento armónico y más o menos equilibrado de los sectores de la economía, considerando el buen funcionamiento de las cadenas de valor, con una dinámica e interacción de todos los factores de la producción y con un sano sistema financiero que apoye la inversión y que aproveche todas las ventajas competitivas de un economía integrada. El crecimiento en cambio puede responder al avance de uno o unos pocos ramos de corresponden a enclaves productivos desarticulados, que en un momento dado hacen la diferencia y se reflejan en los datos de consolidan el PIB, pero que no implican un desarrollo armónico de todos los sectores productivos. Es decir que puede existir el crecimiento solo, sin desarrollo, pero el desarrollo no se da sólo con el crecimiento aislado de ciertos sectores que mejoren cuantitativamente en el margen, sino también implica esa felicidad económica que menciona el Dr. Equihua en un mayor número de sujetos económicos.